DEL ACADEMISMO Y LA HISTORIA

Los historiadores están de plácemes. Internet, el gran espacio universal, ha dado la oportunidad a estos no sólo de reunirse y conocerse –aunque sea en la pantalla- sino de romper el mito aquel que encerraba al historiador en el aula académica, bajo gruesos espejuelos, y sumido en un mar de libros, huesos y vasijas antiguas.

Es verdad que no cualquiera puede ser historiador, ni el historiador un cualquiera. La pátina universal requiere de los conocimientos que da la academia, lo mismo que del conocimiento que entrega la regionalidad, la intuición, el análisis, la entrevista, la vivencia pues de la historia misma en el renglón de su investigación.

Hay quien presume de historiador porque publica alguna obra sobre sucesos históricos –cuáles no lo son?- elaborada desde un escritorio y con la información publicada por otros. Ese, es un simple compilador. Mas si ese compilador hiciera de sus recopilaciones ingredientes de análisis, ya podría empezar a llamarse historiador.

También los hay que surgen de las aulas universitarias con un grado en la materia, y que respaldan con el título cualquier escrito que justifique su existencia, lo que me trae a la memoria aquella anécdota de popular defensor de los pobres, que usaba raído traje y colorido corbatón en la metrópoli mexicana a principios de siglo, al que un día, al salir de los juzgados, un jovenzuelo le dijera con toda la saña del mundo: “Adiós, abogado sin título!”, a lo que El Hombre del Corbatón contestara con una sonrisa sarcástica: “Adiós... título sin abogado!!!”

Unos y otros pues, no dejan de tener la vena de la historia, sólo hay que saber encausarla. De los portales surgidos en Internet, indudablemente que H México e Historia a Debate son dos de los mejores y que conjuntan a la mayor cantidad de historiadores de todo el mundo, sobre todo de habla hispana, entre los cuales saltan los noveles lo mismo que los académicos, beneficiándose unos y otros del nutrido comentario. Los primeros, de la sapiencia y experiencia; los segundos, de la atrevida y nada temerosa actitud de la insipiencia ante el reto.

Precisamente de ahí es que surge –en Historia a Debate- el Manifiesto en el que la historia guarda su mejor futuro, dejando de ser el mito intocable para ser el renglón materia de todos porque todos viven y hacen la historia.

La Universidad Nacional Autónoma de México da cobijo a H Mexico, así, sin acento, por cuestiones de semántica internauta, lo que refuerza el sentido del Alma Mater de muchos de nosotros los mexicanos, y posiblemente como semillero para sus mejores investigaciones encargadas al equipo encabezado por Don Miguel León Portilla, toda una institución mundial en la materia, y hasta quien lleguen mis respetuosos saludos.

Formar parte de esas dos instituciones virtuales es un alto honor que ha reformado mi compromiso con la historia misma –encauzada últimamente sobre el renglón biográfico- y que me lleva a redoblar esfuerzos desde la humilde trinchera provinciana en la no menos importante historia regional, aunque a veces me atreva a internarme en la que une a dos pueblos: España y México, como es el caso de mi investigación sobre el Ilustre Arzobispo Don Ildefonso Núñez de Haro, a la que me provocara mi íbero amigo del mismo nombre, descendiente por supuesto del prelado.

Sean pues abiertas las puertas en la renovada Sociedad Académica de Historiadores a la que puede inscribirse enviando sus datos generales, e-mail, y trabajos de investigación realizados a personajesdemisrecuerdos@mexico.com y cuyo único compromiso es publicar los diez mejores anualmente en un tomo enciclopédico numerado. El investigador, a cambio, debe comprometerse a no abandonar la investigación, e informar de sus trabajos regularmente, no siendo freno la nacionalidad ni el idioma.

Mientras tanto, reciban un fraternal saludo, y mi más amplia recomendación para que lean el Manifiesto en http://www.h-debate.com/