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viernes, abril 06, 2007

LA INGRATA FORMA DE MORIR POR LA VERDAD

Hoy, 6 de abril, viernes santo, murió asesinado en forma cobarde Amado Ramírez Dillanes, amigo e hijo de mi amigo, de mi tocayito, periodista de cepa tal y como el hijo, corresponsal de Noticieros Televisa desde hace quince años. Amado cayó víctima de las balas anónimas del asesino pero.... No! Que no quieran manchar su nombre envolviendo su muerte con las cotidianas del narcotráfico en este hermoso pero peligros puerto de Acapulco. No, Amado era un muchacho sano... pero todo un profesional de la comunicación. Decía la verdad –sobre todo en su noticiero radiofónico- sin temor a la venganza. Por eso puedo afirmar que fue un vengador, un sátrapa lastimado por su verdad, el que jaló del gatillo o pagó para que alguien más lo hiciera.

Murió Amado Ramírez, cuyo apellido es homónimo del mío pero sin parentesco, y murió para engrosar la estadísticas oficiales. Podemos apostar que su asesinato no se resolverá jamás. Así es la justicia en Guerrero; así lo es en Acapulco.

Su muerte no será tan sonada o escandalosa como la de Bajos Valverde pero, eso sí, causará molestia por largo tiempo a las autoridades policiacas, judiciales, y gubernamentales de Guerrero. De eso nos vamos a encargar muchos periodistas. Bueno, cuando menos aquellos que aún guardamos un poco de dignidad y sabemos lo que es la hermandad profesional.

Dios quisiera que su sacrificio fuera el detonante de una limpia que permitiera a nuestro bello puerto, sacudido por el hampa, recobrar la tranquilidad y la paz social. Pero lo dudo. Qué vale la muerte de un periodista ante el poder del poder? Al narcotráfico no le importa. Quizá le preocupe un poco la lluvia de reclamos noticiosos y el eterno pretexto actual: fue un ajuste de cuentas del narcotráfico, pero hasta ahí­. A las autoridades menos, pues aclararlo demostraría que fue una venganza personal de algún corrupto denunciado en su programa.

Duele, eso sí, porque era un compañero, porque recibimos el mensaje todos aquellos que hablamos claro, porque se suma a la inquietud popular, al sufrimiento ciudadano.

Sabemos que nada conforta el dolor que mi tocayito, sus hijos y, sobre todo, la esposa e hijos de Amado padecen. Con todo, vayan mis respetos, condolencias y solidaridad con todos ellos.

A mis compañeros periodistas, la súplica eterna para que se unan. Siempre pensamos que jamás nos sucederá a nosotros... hasta que pasa! Es hora de recapacitar. Es hora de tomar un mismo camino.